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Tensión en el Caribe: el despliegue militar de EE. UU. divide a la oposición venezolana

Caracas/Washington. El reciente despliegue de buques militares de Estados Unidos en el mar Caribe ha intensificado la presión internacional sobre el gobierno de Nicolás Maduro y, al mismo tiempo, ha profundizado las diferencias en la oposición venezolana sobre la vía para lograr un cambio político en el país.

Mientras la líder opositora María Corina Machado aseguró que “faltan semanas” para un giro político y el regreso de miles de venezolanos al país, otros dirigentes, como Henrique Capriles y Stalin González, insisten en que la solución no puede pasar por una intervención militar.

El despliegue naval estadounidense se produce en un contexto de tensión creciente entre Washington y Caracas. Según el profesor universitario Benigno Alarcón, la administración de Donald Trump busca enviar un doble mensaje: “No estamos acá para cambiar gobiernos a nuestro antojo; pero no te consideramos Gobierno”. Una estrategia que, afirma, se sustenta en la narrativa del combate al narcotráfico y en la presión internacional para aislar a Maduro.

Expectativas y advertencias

Las declaraciones de Machado, difundidas en redes sociales, elevaron las expectativas de sectores opositores que creen inminente una transición democrática. “En las próximas semanas vamos a ver a nuestro país llenando todas las calles de Venezuela y tantos de nuestros familiares regresando a casa”, afirmó la dirigente.

Sin embargo, otros líderes llaman a la cautela. Capriles advirtió que “para mí, la solución no es militar”, cuestionando además por qué el despliegue no se replica en el Pacífico, zona clave en las rutas del narcotráfico. González, por su parte, señaló que Washington responde más a intereses internos que a una estrategia clara para Venezuela: “Se vende una expectativa que no es cierta. No pareciera tan fácil lograr un cambio inmediato de Gobierno”.

EE. UU. y la presión estratégica

Voceros del Departamento de Estado han reiterado que Estados Unidos no reconoce a Nicolás Maduro como presidente legítimo, aunque subrayan que el cambio debe ser impulsado desde dentro de Venezuela. “La mejor batalla es la que no se pelea”, sostiene Alarcón, destacando que la Casa Blanca parece preferir el uso de la amenaza como instrumento de presión antes que una acción directa que tendría altos costos políticos y reputacionales.

Riesgos de mayor polarización

Los analistas coinciden en que la estrategia estadounidense podría generar un efecto contrario al esperado: en lugar de quebrar lealtades en el oficialismo, podría reforzar el cierre de filas en torno a Maduro. “El efecto que yo estoy viendo es que lejos de provocar un quiebre, lo que está haciendo es atrincherarlos”, advirtió Capriles, quien teme que el costo lo pague la población venezolana con un mayor deterioro de sus condiciones de vida.

La Asamblea de la ONU como escenario paralelo

El debate sobre Venezuela coincide con el desarrollo de la 80.ª Asamblea General de la ONU, donde opositores como Machado y Edmundo González Urrutia han insistido en pedir respaldo internacional para una transición democrática. “Estamos listos para asumir las riendas de un nuevo Gobierno”, sostuvo Machado en un mensaje que busca proyectar confianza hacia la comunidad internacional.

La crisis venezolana vuelve así al centro de la agenda hemisférica, entre llamados a la negociación, advertencias sobre los riesgos de una escalada militar y la pugna interna de una oposición que aún no define un camino unificado hacia el cambio político.

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