Santa Rosa: la isla amazónica que enciende un pulso diplomático entre Perú y Colombia
Alfredo Rosell G .[Periodista]
En el corazón de la Amazonía, donde confluyen las fronteras de Perú, Colombia y Brasil, una pequeña isla de apenas 3.000 habitantes se ha convertido en el epicentro de una controversia diplomática que enfrenta a Lima y Bogotá. Santa Rosa, un pedazo de tierra fluvial frente a la ciudad colombiana de Leticia, está bajo administración peruana desde hace décadas. Sin embargo, recientes declaraciones del presidente colombiano Gustavo Petro han reavivado un viejo debate fronterizo que parecía resuelto hace más de un siglo.

Una disputa que revive la historia

El origen de la tensión se remonta al Tratado Lozano-Salomón de 1922, ratificado en 1929, que fijó la frontera entre ambos países y otorgó a Perú la isla de Chinería. En la década de 1970, el curso del río Amazonas cambió y dio origen a una formación fluvial llamada Santa Rosa, frente a Leticia. Con el tiempo, la bajada y subida de las aguas unió nuevamente esta isla con Chinería, según sostiene la cancillería peruana.
Para Perú, se trata de la misma porción de tierra asignada en 1929; para Colombia, en cambio, es una “nueva isla” que no fue parte del reparto original y cuya soberanía debería determinarse por un acuerdo bilateral.
El detonante de la polémica

La tensión escaló en junio de 2025, cuando el Congreso peruano aprobó la creación del distrito de Santa Rosa de Loreto, integrando formalmente la isla de Chinería —y con ella Santa Rosa— al mapa administrativo del país. La decisión fue interpretada por Bogotá como un acto unilateral.
El presidente Petro acusó a Perú de “copar territorio colombiano” y de violar el Protocolo de Río de Janeiro. En respuesta, la cancillería peruana emitió una “enérgica protesta” y reafirmó que ejerce soberanía y jurisdicción sobre la zona “desde hace más de un siglo”.
Colombia, por su parte, pidió reactivar la Comisión Mixta Permanente de Inspección de la Frontera Colombo-Peruana (COMPERIF) para resolver la situación.
Diplomacia y gestos políticos
El intercambio no se ha limitado a comunicados. Petro aprovechó el Día del Ejército Nacional de Colombia para encabezar un acto en Leticia, a escasos metros de la isla en disputa. Del lado peruano, autoridades como el presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Arana, viajaron a Santa Rosa para liderar actividades sociales y reafirmar la presencia del Estado.
“Rechazamos categóricamente cualquier expresión que desconozca la soberanía peruana sobre el distrito de Santa Rosa de Loreto”, declaró Arana ante vecinos y militares.
La vida en una isla de frontera
Pese a la controversia, en Santa Rosa la rutina continúa. Los pobladores —mayoritariamente peruanos— viven del comercio fluvial, la pesca y el turismo fronterizo. Desde la isla parten y llegan embarcaciones hacia Leticia y Tabatinga, en Brasil. La presencia del Estado peruano se refleja en escuelas, puestos de salud y programas sociales.

“Esta es nuestra tierra y así la vamos a defender. Aquí somos peruanos y no nos vamos a mover”, dice Juana Rengifo, comerciante local.
La posición geográfica de Santa Rosa la convierte en un punto clave de intercambio comercial y de vigilancia fluvial, en una región donde las fronteras son tan porosas como el cauce del río que las separa.
Un conflicto latente
Aunque no existe un diferendo limítrofe formal —el tratado de 1922 sigue vigente—, la disputa sobre la interpretación de la soberanía de Santa Rosa podría tensar las relaciones bilaterales si no se encauza por la vía diplomática.
Por ahora, en la triple frontera se respira un ambiente de cautela. Los gobiernos intercambian notas, los pobladores hacen sentir su identidad y el Amazonas, con su incesante flujo, sigue moldeando un territorio que la historia y la naturaleza se empeñan en mantener en debate.
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