China exhibe músculo militar ante el mundo: Xi flanqueado por Putin y Kim en desfile monumental
En una puesta en escena que pareció más una demostración de poder que una simple ceremonia conmemorativa, China celebró el 80° aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial con un desfile militar de magnitud histórica. Lo que debía ser un homenaje se transformó en un mensaje geopolítico: en las primeras filas del desfile, Vladimir Putin, presidente de Rusia, y Kim Jong-un, líder supremo de Corea del Norte, acompañaron al mandatario chino Xi Jinping, proyectando una imagen de unidad entre potencias dispuestas a desafiar el orden vigente.

Xi, ante más de 50.000 espectadores, afirmó con voz firme que China no teme a la violencia, y exhortó al mundo a elegir: “la guerra o la paz”. Esa declaración, en el contexto del despliegue militar, tuvo un claro efecto simbólico: no solo conmemorar, sino también advertir.

El desfile incluyó misiles intercontinentales, vehículos blindados de última generación, drones autónomos y unidades de fuerzas especiales en formación impecable. Militares marcharon al compás mientras aviones surcaban el cielo con formaciones estratégicas. Observadores internacionales no dudaron en señalar que la escala y el brillo del despliegue iban más allá de lo ceremonial: hablaban de ambición, disuasión y orgullo nacional.
Decisivo fue el protagonismo de Putin y Kim, quienes flanquearon públicamente a Xi sobre la pasarela. Su presencia, más allá de simbolismos diplomáticos, reforzó la narrativa de alianzas estratégicas frente a Occidente.

Durante el acto, se escucharon fragmentos de discursos científicos o tecnológicos que aludían a aspiraciones de trascendencia: algunos de los presentes hablaron, en voz baja pero perceptible, del deseo de alcanzar la inmortalidad mediante biotecnología o trasplantes de órganos, un detalle que añadió un matiz inquietante al espectáculo.
Aunque oficialmente el evento homenajeaba a los caídos de la guerra, su interpretación en los círculos analíticos fue clara: una demostración de fuerza, respaldo mutuo entre grandes potencias y un recordatorio al mundo de que China aspira a definir los términos del juego global en el siglo XXI.
El desfile concluyó con un espectáculo pirotécnico que iluminó Pekín, mientras los líderes alineados hicieron una reverencia colectiva ante las tropas formadas. En ese gesto final, muchos vieron una advertencia silenciosa: la voluntad de China de jugar un rol protagónico en materia militar y política no es una opción pasajera, sino una apuesta por redefinir el poder en el mundo.
✉️ Alfredo Rosell G.
Publicar comentario